La memoria en los animales, más parecida a la humana de lo que se podría haber imaginado.
Es la clase de idea que podría ocurrírsele a cualquiera que tenga perro cuando llega a casa después de un largo día de trabajo y recibe cariñosos lengüetazos de su canino: ¿Pueden recordar el pasado los perros, y lo que vivieron con sus humanos? ¿Hasta dónde?
Durante un tiempo los científicos se han estado dedicando a explorar el tema de la memoria perruna, y afortunadamente hay buenas noticias.
Nunca ha sido fácil estudiar las capacidades cognitivas de los animales no humanos, incluyendo a los perros. En parte, esto se debe al hecho de que en verdad no podemos saber lo que están pensando estos animales. Y otro gran problema está en que las personas bien sabemos interpretar demasiado a partir de los gestos de nuestros compañeros, tendencia que tal vez encuentre su mejor ejemplo en la historia de Hans el Inteligente.
Hans el Inteligente era un caballo famoso de principios de los 1900s, que podía resolver aparentes enigmas matemáticos. Hasta que el psicólogo Oskar Pfungst demostró que Hans simplemente respondía a sutiles señales de su dueño. Hasta el día de hoy los científicos estudiosos de la conducta animal se esfuerzan por explicar en sus estudios el sesgo del efecto de Hans el Inteligente, entre otros.
También es importante distinguir entre los diferentes tipos de memoria. La memoria semántica es la que nos permite recordar datos y el conocimiento del mundo que ya aprendimos. Se cree que la mayoría de los animales, y en especial los mamíferos, tienen memoria semántica; en los perros es lo que les permite recordar qué hacer cuando su amo dice: “¡Quieto!” (suponiendo que hayan tenido un entrenamiento exitoso, digamos). Pero la capacidad para recordar y reproducir en la mente los hechos y experiencias de nuestra vida personal, esas experiencias que informan nuestra conducta en el futuro, se conoce como memoria episódica.
Cognición canina
Hace décadas algunos científicos argumentaban que los animales no humanos no son capaces de tener memoria episódica, quizá porque carecen de esa conciencia del propio ser que sí tenemos los humanos. Sin embargo, los estudios más recientes comienzan a desdecir esta narrativa.
Gregory Berns, neurocientífico de la Universidad Emory que ha estudiado y escrito sobre la cognición canina, afirma que los perros y otros animales parecen tener la anatomía cerebral necesaria para poseer algo similar a la memoria episódica de los humanos. Tal vez, la estructura cerebral más importante que participa de la memoria episódica es el hipocampo, que actúa como un tipo de índice para nuestros recuerdos, según Berns.
“Tus recuerdos están dispersos en tu cerebro. Y tu hipocampo funciona haciendo que cuando buscas un recuerdo, se reproduzca en el resto de tu cerebro. Así que sin el hipocampo no puedes hacerlo”, le dijo Berns a Gizmodo. “Entonces ¿otros animales hacen lo mismo? Yo asumo que sí, que probablemente lo hagan. Porque por cierto todo mamífero que hemos estudiado tiene estructuras cerebrales similares; todos tienen hipocampo”.
A nadie sorprende que quien tiene perros afirme que tienen buena memoria. Una encuesta de 2020 reveló que la gran mayoría de los dueños de perros (y gatos) informan que sus mascotas son capaces de recordar hechos del pasado, incluyendo cosas que sucedieron por única vez y hace años. Los científicos también han intentado pruebas experimentales que demuestren que los perros tienen memoria episódica.
“Una característica clave del propio ser”
Un estudio de 2016 conducido en Hungría, por ejemplo, halló que los perros pueden observar cómo actúa su dueño en particular y luego reproducir esa misma acción cuando se les indica algo específico (en este caso “¡Hazlo!”). Si bien podría tomarse como típico ejemplo de entrenamiento, los investigadores demostraron también que los perros podían replicar las acciones del dueño sin aviso previo, como cuando sus dueños les gritaban “hazlo” durante cualquier otra actividad.
Para que los perros puedan lograr algo así, argumentan los investigadores, necesitan recordar el haber visto los movimientos de alguien incluso si no se les ha entrenado explícitamente para ello, y luego calcular cómo reproducir esos mismos movimientos con su cuerpo, lo que implica una hazaña cognitiva que indica que sí hay memoria del tipo episódico.
El mismo equipo de investigadores publicó otro estudio en 2020. Esta vez, entrenaron a los perros para que repitieran determinadas acciones propias ante una orden específica. Luego hicieron que los dueños les pidieran inesperadamente a sus perros que repitieran otras acciones, incluyendo las que se realizan espontáneamente en situaciones cotidianas. Y los perros lograron cumplir con lo que se les pedía.
“La evidencia combinada de representar acciones propias y el uso de la memoria del tipo episódico para recordarlas, sugiere una representación mucho más compleja de una característica clave del propio ser, en comparación con la que solía atribuírsele a los perros”, manifestaron los investigadores.
Estos estudios y otros más, como suele suceder con la investigación de la conducta animal, tienden a basarse en muestras reducidas. Además, los científicos solo han podido realizar pruebas de aspectos específicos de la cognición vinculada a la memoria episódica, sin demostrar definitivamente que los perros la tengan (después de todo, los caninos no pueden decírnoslo). La memoria perruna por cierto también es diferente a la humana en aspectos importantes. Por ejemplo, otros estudios han demostrado que los perros y otros animales no humanos en general suelen tener períodos de memoria mucho más cortos que los nuestros.
Sin embargo, los datos en su conjunto sí apuntan a que la memoria de los animales no humanos es mucho más parecida a la memoria humana de lo que se creía. Berns señala que los científicos han podido estudiar los cerebros de las ratas en mucho mayor detalle que los de los perros, y que hay evidencia de que también ellas pueden reproducir mentalmente sucesos recientes como el recorrido de un laberinto, incluso cuando sueñan.
“Creo que tenemos bases para suponer que, si sucede eso con las ratas, por cierto, también sucede con los perros”, afirmó Berns, que escribió un libro próximo a publicarse. Titulado Cowpuppy, recopila memorias científicas con detalles de sus experiencias como estudioso de la inteligencia vacuna.
Por supuesto, hay muchas anécdotas que hacen que el argumento en favor de la memoria sostenida de los caninos sea más convincente todavía. Quizá, el ejemplo más conmovedor sea la historia de Hachiko, un pero Akita japonés que nació en 1923.
Hachiko conoció a su amo, Hidesaburo Ueno, al encontrarlo en la Estación Shibuya de Tokio todos los días cuando volvía de su trabajo. Hasta que Ueno murió trágicamente por una hemorragia cerebral en 1925. A pesar de la muerte de su amo, y después de que lo ubicaran con el jardinero de Ueno que vivía cerca de su antiguo hogar, Hachiko seguía volviendo a la Estación Shibuya a la misma hora todos los días, y lo hizo durante nueve años hasta que murió en 1935. Si bien la espera de Hachiko puede haber sido en vano, el eventual descubrimiento de su rutina lo convirtió en un muy querido héroe en Japón, al que hoy se sigue honrando cada año.
Los perros quizá no recuerden tal como lo hacemos los humanos. Pero los vínculos que formamos con ellos sí parecen ser inolvidables. Para ambas partes.
Fuente: es.gizmodo.com
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